Fondo Documental Aldo Ferrer

Aldo Ferrer fue uno de los principales economistas argentinos preocupados por la problemática del desarrollo nacional. Nació en 1927 el seno de una modesta familia de hijos de inmigrantes españoles e italianos. Se recibió de Perito Mercantil e inició sus estudios de contador público y de doctorado en economía en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1945. Participó de la agrupación estudiantil Acción Reformista que lideraban los socialistas, enfrentados en ese contexto a la dictadura militar y al naciente peronismo. En 1948 cursó Dinámica Económica con Raúl Prebisch, con quien comenzó a incorporar el enfoque centro-periferia que marcaría buena parte de sus preocupaciones intelectuales. En marzo de 1949 se recibió de contador y terminó de cursar todas las materias del doctorado. Ese mismo año, fue uno de los ganadores de un concurso organizado por las Naciones Unidas (ONU) para reclutar jóvenes profesionales. Luego de dos años de formación general en la Secretaría General fue confirmado como funcionario permanente. En su estancia en Nueva York se vinculó a Michal Kalecki, director del Departamento Económico, retomó contacto con Prebisch y se relacionó con jóvenes economistas latinoamericanos como Celso Furtado, Víctor Urquidi y Horacio Flores de la Peña, quienes más tarde serían referentes del pensamiento estructuralista latinoamericano, por ese entonces en gestación.

 

En 1953 regresó a la Argentina y se incorporó como asesor del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical (UCR), presidido por Arturo Frondizi. Presentó su tesis doctoral al año siguiente bajo la dirección de Julio Broide (publicada en 1956 como El Estado y el desarrollo económico), donde condensó los documentos de las Naciones Unidas, la CEPAL y de los principales teóricos que abordaron los problemas del desarrollo en los países atrasados. Realizó un detallado análisis de los principales obstáculos para el logro del desarrollo económico: la dimensión y estructura de los mercados dada la baja productividad de las economías y las fuertes desigualdades en la distribución del ingreso; los problemas de estructura, en particular la concentración de la tierra y las posiciones oligopólicas en los mercados de productos agrícolas, en los productos de exportación y en la importación de artículos para el crecimiento industrial; y las vulnerabilidades externas producto de que la capacidad de importar no crecía en paralelo a la necesidad de importar. De acuerdo con Ferrer, el desarrollo requería que la política económica de los países poco desarrollados se orientase a fomentar la industrialización y la diversificación económica.

 

Luego de la caída de Juan Perón, Ferrer fue asesor de Oscar Alende en la Junta Consultiva del gobierno de la “Revolución Libertadora”, en momentos en que se discutía el polémico “Plan Prebisch”. Entre principios de 1956 y mediados de 1957 se desempeñó como Consejero Económico de la Embajada Argentina en Londres. En 1958 fue designado ministro de Economía y Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, bajo la gobernación de Oscar Alende. Desde ese cargo, delineó una política orientada a movilizar el ahorro interno para las inversiones en la infraestructura vial y energética y el desarrollo de las regiones de la Provincia. Organizó la Junta de Planificación e inició la publicación de la revista Desarrollo Económico). La reforma agraria impulsada por el gobierno y una profunda reforma impositiva realizada en el período despertaron fuertes resistencias desde el sector privado, mientras se producía una diferenciación con las orientaciones del ejecutivo nacional, embarcado en el acercamiento al FMI y otras medidas de corte ortodoxo. La derrota de la UCRI en las elecciones de 1960 provocó el desplazamiento de Ferrer, juzgado como responsable de las tensiones políticas a nivel provincial.

 

Se dedicó a tareas docentes en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA (dictaba la materia Política Económica, que antes había dado también en la Universidad Nacional de la Plata) y a consultoría. En 1961 fue convocado como asesor del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Felipe Herrera. Allí terminó de escribir el que sería su libro más conocido, La economía argentina, inspirado en el trabajo de Celso Furtado y su abordaje de las etapas históricas. El estudio pretendía buscar las “raíces históricas” de los problemas económicos del momento (expresados en el recurrente estrangulamiento del sector externo y sus consecuencias sobre el crecimiento); culminaba con un análisis de la crisis de divisas que afectaba a la economía en 1962 y contenía una propuesta para superar la condición de atraso a través de la consolidación de una “economía industrial integrada”. El libro tendría luego numerosas ediciones y varias actualizaciones (la última en 2008, con la colaboración de Marcelo Rougier).

 

En 1963 impulsó la creación del Centro de Estudios de Coyuntura (dentro del Instituto de Desarrollo Económico y Social-IDES, entidad que contó también con su iniciativa y continuó publicando Desarrollo Económico) conformado por parte del grupo de economistas que lo habían acompañado en su paso por el Ministerio de la Provincia de Buenos Aires y otros, como Miguel Teubal, Arturo O´Connell, Guillermo Calvo o Juan Sourrouille.
En el transcurso de esos años sesenta, Ferrer desarrolló una intensa actividad intelectual, participando de numerosos encuentros, con fuerte impacto en la prensa especializada que lo encumbró como un referente del desarrollismo estructuralista. Además de su compromiso en el IDES, tuvo decidida actuación en la organización del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales en 1967, del cual fue su primer Secretario Ejecutivo. Se vinculó a la Confederación General del Trabajo y la Confederación General Económica. Por esos años Ferrer destacó que el estrangulamiento del crecimiento económico era resultado de la particular relación entre el sector industrial y el sector externo que caracterizaba a la industrialización sustitutiva. La protección había estimulado un desarrollo industrial concentrado en las ramas productoras de bienes finales y permitido la supervivencia y expansión de amplios sectores del tejido industrial que producían con costos por encima de los internacionales. Propuso una estrategia de industrialización que apuntase a pasar de un modelo “autárquico” a uno “integrado y abierto”, esto es, con capacidad de exportar productos en diversas fases del ciclo manufacturero. Esa orientación estratégica habilitaría que empresas de capital local obtuviesen economías de escala en industrias básicas y técnicamente complejas a través del establecimiento de plantas con capacidad de abastecer tanto al mercado interno como al externo.

 

Su presencia en el debate público terminaría por catapultarlo al gabinete nacional luego de la caída del dictador Juan Carlos Onganía a mediados de 1970. En el marco de un gobierno nacionalista, encabezado por Roberto Levingston, Ferrer fue primero designado en el Ministerio de Obras y Servicios Públicos (MOSP), desde donde desarrolló una fuerte política de impulso de la infraestructura básica, financiada principalmente mediante la canalización del ahorro interno y la inversión pública. En octubre, las presiones sociales e inflacionarias llevaron a acentuar la estrategia del gobierno, que designó a Ferrer en la cartera de Economía. Poco después se dieron a conocer las nuevas orientaciones económicas, en línea con la política de “argentinización” ya desplegada desde el MOSP, asentadas en el “compre nacional” y la reorientación del crédito (sobre el antiguo Banco Industrial, se creó el nuevo Banco Nacional de Desarrollo con funciones mucho más amplias). Estas ideas fueron sistematizadas en el “Plan de desarrollo y seguridad, 1971-1975” del CONADE. Pese al avance de algunos proyectos de largo plazo, la escalada inflacionaria (debido al alza de los precios de la carne y la política salarial) y los problemas en el sector externo se sumaron a una situación social y política explosiva. Los levantamientos en Córdoba (“viborazo”) en marzo de 1971 provocaron la remoción de Levingston y la asunción de Agustín Lanusse, que poco después disolvió el Ministerio de Economía y Trabajo.

 

Ferrer quedó relativamente marginado de la vida política y retomó algunas de sus tareas como consultor. Tuvo un breve paso por la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande durante el gobierno de Héctor Cámpora en 1973. Escribió varios trabajos sobre tecnología en clave “dependentista”, brindando recomendaciones de políticas para los países latinoamericanos. Producido el golpe militar, publicó Crisis y alternativas de la política económica argentina, donde realizó un recorrido histórico sobre el disímil comportamiento de la política económica desde la posguerra marcado por la sucesión de experiencias populistas y ortodoxas o liberales (en línea con los aportes de Marcelo Diamand); particularmente destacaba las “inconsistencias” de las políticas aplicadas durante el peronismo. En una segunda edición incorporó una crítica demoledora de la política económica de José Martínez de Hoz que, junto a otros ensayos, lo ubicó en un lugar destacado entre los censores de esa experiencia liberal. Insistía que en vez de pretender superar los problemas de la industrialización con políticas favorables al desarrollo se habían aplicado políticas “brutales” tendientes a reinsertar a la economía argentina en el orden económico mundial conforme a las ventajas comparativas, con consecuencias nefastas para los sectores productivos. En ese período publicó varios libros pequeños donde enfatizaba en las dificultades del país como consecuencia del enorme impacto que tenía la deuda pública sobre el conjunto de la economía nacional.

 

Participó en los equipos de trabajo de la Multipartidaria a fines de 1983. Poco antes de las elecciones, publicó Vivir con lo nuestro, libro que marcaría un nuevo hito en su producción intelectual. La necesidad de movilizar los recursos propios y reafirmar el poder de decisión nacional como requisito del desarrollo fueron algunas de las consignas básicas que planteó en ese difícil contexto marcado por la necesidad de renegociar la deuda externa. Con el retorno de la democracia, asumió la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires, desde donde impulsó la creación en 1985 de la Gerencia “Prof. Jorge A. Sabato” que asignaba al Banco un papel dinámico en la promoción del desarrollo tecnológico. Finalizó su gestión con el triunfo del peronismo en las elecciones provinciales de 1987.

 

En el contexto de predominio del “pensamiento único”, encarnado políticamente por el menemismo, Ferrer se refugió en el ámbito académico y se dedicó a escribir sobre la globalización, otro pedestal de su obsesión intelectual: el problema del desarrollo nacional en las diferentes circunstancias de la economía internacional, problemática presente desde sus años de formación. Con el nuevo gobierno de la Alianza, en 1999, asumió como presidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, donde buscó reactivar la política nuclear argentina y avanzar con la construcción de Atucha II. Fue desplazado a fines de 2001 debido a sus críticas a la política económica nacional impulsadas desde la plataforma del Plan Fénix. Sus ideas encontraron en el escenario post crisis de 2001-2002 oportunidad para desplegarse, primero a través de Roberto Lavagna y luego con las políticas de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández. En 2004 se incorporó a ENARSA, una empresa pública en el ámbito energético; más tarde, integró el directorio, como representante del Estado, de Siderar. Finalmente, a comienzos de 2011 fue designado embajador en Francia, tarea que desarrolló durante tres años.

 

En este período, desplegó una prolífica producción académica. En 2004 publicó La densidad nacional, donde desarrolló un concepto-síntesis de sus ideas previas a la vez que incorporó una dimensión sociopolítica para pensar en los factores y problemas del desarrollo. En 2015 publicó La economía en el siglo XXI donde retomó el problema del déficit en el comercio internacional de manufacturas de origen industrial y la idea del “modelo integrado y abierto” y, sobre estas bases, profundizar las relaciones al interior del “triángulo” de Sábato, asociando las políticas públicas, el sector productivo y el sistema nacional de ciencia y tecnología. Falleció en marzo de 2016 mientras esbozaba críticas a las políticas neoliberales impulsadas por el gobierno de Mauricio Macri.

 

 

Marcelo Rougier

El Fondo Documental Aldo Ferrer está compuesto por libros y revistas que pertenecieron a Aldo Ferrer y que fueron donados por su familia al CEHEAL. En su mayor parte se trata de volúmenes que son de su autoría o donde se encuentran capítulos o artículos de su autoría. También la colección incluye otros libros y revistas que fueron de su propiedad y que, en muchos casos, tienen anotaciones o comentarios al margen de su puño y letra. Otra parte importante del Fondo (aún en proceso de catalogación) incluye diversa documentación personal (diplomas y otros elementos), manuscritos y trabajos mimeografiados inéditos y recortes periodísticos compilados por el Ministerio de Economía y de Obras Públicas de la Nación. Finalmente, se encuentra material donado por Marcelo Rougier que fuera utilizado para la elaboración de la biografía de Ferrer (El enigma del desarrollo argentino. Biografía de Aldo Ferrer, Fondo de Cultura Económica, 2022).

 

Catalogación: Iñaki García Ribas y Tomás Nasra.

Condiciones de acceso

Catálogo detallado y documentación disponible para su consulta personal en el Instituto de Economía Política de Buenos Aires (IIEP-Baires), previo acuerdo de cita con Mg. Mario Raccanello, Coordinador de CEHEAL:
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Centro de Estudios de Historia Económica Argentina y Latinoamericana (CEHEAL), Fondo Documental Aldo Ferrer.